MADE IN CHILE, entrevista con Sebastian Lelio.
Por Diego Mondaca
Sebastián Lelio se está convirtiendo en una especie de abanderado de la cinematografía chilena. Su filmografía, en notable ascenso, se corona con Gloria. Sin embargo, es bueno recordar que la coronación del personaje de Gloria Cumplido, interpretada el resultado de un esfuerzo individual, sino también de un proceso de gestión cultural y cinematográfica, en el que intervienen a la vez políticas de fomento por parte del Estado y el esfuerzo de nuevas generaciones de realizadores que han logrado ganarse un lugar en el contexto internacional.
Cuando hablamos de »realizadores« casi siempre pensamos en directores y casi nunca de productores y gestores, quienes son parte fundamental de la buena salud del cine en cualquier lugar, pero que no están generalmente en la primera línea de la figuración. Entre los títulos más destacados del cine chileno contemporáneo se encuentran El cielo, la tierra y la lluvia, de Torres Leiva; Ilusiones ópticas, de Cristián Jiménez; Huacho, de Alejandro Fernández Almendras; La Nana, de Sebastián Silva, entre otros. Todas estas producciones han sido realizadas en coproducción con países europeos, logrando distribución internacional.
Pero ahora centrémonos en Lelio, director de La sagrada familia (2005), Navidad (2009), El año del tigre (2011) y Gloria (2013) y, ahora, miembro del jurado del 4to Lakino. Con este, su último film, Lelio conquistó Berlín y, según sus palabras, »vino para quedarse«. Y es que Sebastián hasta montó un restaurante especializado en comida latinoamericana en el populoso barrio de Kreuzberg llamado igual que su último film.Gloria, la película, lejos de situarse en Berlín, nos muestra un paisaje interno que, con Paulina García y su soberbia actuación, logra dibujar y sostener el drama. El paisaje está en su mirada, en sus arrugas y en sus tacones. Ese conjunto refleja la soledad y esa no-comunicación en tiempos actuales.
Gloria clama por atención en brillantes no-diálogos entre ella y el contestador automático de su amiga, su hija y su hijo, a quienes llama insistentemente. Pero ni sus hijos ni nadie le contesta el fono. Sin embargo, la cámara no se desprende de ella, y ¿por qué hacerlo? Si detrás de esas gafas se encuentra una mujer cautivante que va a una disco y encuentra a Rodolfo (Sergio Hernández), con quien inicia un infantil romance que la misma Gloria termina a los tiros.
Diego Mondaca: ¿Cómo analizas el paulatino ascenso del cine chileno? ¿Qué hay ahora que no había antes?
Sebastian Lelio: El cine chileno actual, como respuesta natural de un proceso histórico social, intenta ponerse a la altura de la modernidad de la sociedad. A mediados de los ‘90 parecía que nuestro cine no estaba logrando contar el país que éramos. Pero ahora, a diferencia de otros países que emergen luego de la recuperación de la democracia —como el rumano—, el cine chileno se caracteriza por una gran diversidad, dispara para todos lados. Hay puntos de contacto con el cine latinoamericano, como las escalas de producción, o las historias de pocos personajes, pero hoy en día hay también thrillers de calidad, viajes psicodélicos, revisión política, films intimistas como Gloria, o Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta... En fin, esa explosión multicolor es lo más interesante del cine en Chile. A lo mejor nos salvamos de caer en la trampa de la repetición de las formas expresivas, que es el primer indicador de la muerte que se avecina.
DM: ¿Gloria busca amor y/o evadir su soledad? ¿Pertenece a una generación decepcionada, una generación que tras la dictadura no pudo rehacerse ni realizarse?
SL: La generación de Gloria se hizo adulta en la dictadura. De alguna manera, representa o encarna el proceso histórico social de los últimos 40 años. Pero es y no es una reflexión sobre la realidad política de Chile. Creo en las dos cosas al mismo tiempo, the flip-flop ability: por un lado dice »basta«, por el otro »¿cómo parar de pensarlo?«. El poeta chileno Jorge Teillier recita: »nosotros somos nuestros propios antepasados«, somos los que fuimos y los que van a ser. En esa dialéctica nos movemos y no podemos sino hablar de lo que han sido nuestros procesos y no podemos sino conectarnos con energías que estén más cargadas de futuro. Tenía la sensación de que había una película allí donde parecía no haber una película potencial. Yo siempre tuve la sensación de estar como viendo algo que nadie más estaba viendo, esa era una de las cosas excitantes del comienzo del proceso: hay una película ahí, a dos metros, y es emocionante, llena de vida, y compleja. Hay un planeta desconocido con el que convivimos y que hoy en día no tiene cabida en la representación, seriamente hablando, más allá de los clichés. No sé si descubrí una generación abandonada... quizás abandonada en estos tiempos, porque también en los ‘70 había películas que abordaban los temas adultos de una manera menos infantil que a la que estamos acostumbrados hoy en día.
DM: Cuéntanos del proceso de construcción de Gloria Cumplido.
SL: Lo que hicimos fue un proceso de invasión mutua, en vez de crear una figura o forma cuyo misterio ya estaba resuelto porque lo entendíamos. Fue la creación de una nomenclatura privada y personal entre nosotros, de manera de poder entrar en este planeta que era Gloria. No para representar aquello que entendíamos, sino con la emoción de entrar a un territorio desconocido, sabiendo que íbamos a traer tesoros desde ese lugar, pero sin saber qué tesoros. Fue emocionante, ninguno se dio cuenta, fue una invasión, un romance absoluto, y de pronto Gloria estaba ahí y la película fluía. Yo no trabajo con la lógica del guión perfecto y el rodaje que requiere un nivel de talento para representar eso que el guión ya comprende. El guión es el mapa, el rodaje es el territorio y la ética es explorativa.
Es así que »Gloria« resulta del esfuerzo de vivir en una sociedad madura que ha perdido, o debe perder, el miedo a la soledad. Singles que están aprendiendo a serlo y a disfrutar de las ventajas comparativas para el equilibrio emocional y material de esa forma de vida. Por esto, queremos tanto a Gloria y Sebastián Lelio, quienes logran nuestra total empatía al emocionarnos con la explosión en un momento liberador y catártico.
Entrevista ralizada para IN SERT Lakino, de Lakino Film Festival, Berlin.
Foto: Director de GLORIA, Sebastian Lelio.
©Diego Mondaca