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Mograbi: “Esta historia no puede, no debe repetirse; pero aquí estamos”



Nacido en Tel Aviv en 1956, Avi Mograbi es lo que en Israel se considera un hombre de izquierda. Esto es, todo aquel que se opone a la guerra, así como a la política oficial en relación a la cuestión palestina. Justamente a estas cuestiones Mograbi ha dedicado toda su filmografía. Sus documentales no se parecen a ningún otro, y no tiene reparo alguno en fusionar ficción y documental, realidad y comedia, crítica y sátira.


La obra de Avi Mograbi es calificada de diversas maneras: radical, desestabilizadora, disidente y hasta divertida. Mograbi no duda a la hora de ponerse frente a cámara para expresar sus dudas y sus dilemas éticos, morales y estéticos sobre los temas que filma. A lo largo de toda su obra (más de 10 películas) Mograbi aborda todas las aristas y las consecuencias de la ocupación israelí dentro de los territorios palestinos. Lleva más de veinte años enfrentando al público con su percepción de la situación en el país que vive. No teme confrontar a nadie, revisa lo que encuentra con una metodología que no deja de cuestionar su propio lugar en el conflicto.


En Entre vallas Mograbi trabaja junto a su amigo y director de teatro, Chen Alon, y junto con un grupo de refugiados organizando, ante cámara, dramatizaciones grupales sobre el ser refugiado, valiéndose de las herramientas del Teatro de los Oprimidos, creadas por el brasileño Augusto Boal. Así, los participantes del taller, refugiados en Holot (centro semi-penitenciario ubicado en el desierto de Negev) van recuperando no sólo su voz, sino también su identidad y dignidad. Descubren, además, que son capaces de crear, colectivamente, un hecho estético: una película.


El trabajo de Chen Alon y Avi Mograbi logra que los refugiados expresen lo que muchos se niegan escuchar. En Entre vallas los protagonistas de la Historia actúan ante nuestros ojos.



– ¿Por qué Holot? ¿Qué significado tiene para ti?


Holot es un lugar creado por el gobierno israelí. Es como una olla de presión.


Los africanos asilados, en búsqueda de un estatus de refugiado, en Israel están bajo el titulo de grupo protegido debido a las normas internacionales. Pero, a pesar de esto y a pesar de que Israel es firmante de los tratados internacionales, el Gobierno Israelí los rechaza y se niega a atender sus pedidos de asilo, tratando de convencerlos de volver a sus países, Eritrea o Sudán, o hacia un tercer país, Uganda o Ruanda, donde prácticamente sólo encontrarían la muerte.


Uno de los objetivos de Holot es justamente desanimarlos, reducirlos moralmente. Holot es un centro de detención en medio del desierto. Allí ellos pueden caminar en lo alrededores del, pero no hay a donde ir. Holot esta en la nada. No disponen de dinero ya que no se les permite trabajar y, en el inmenso desierto que los rodea, no hay ninguna actividad posible.


Con esa idea, y bajo esas condiciones, fue creado Holot. Para convencer a los que piden asilo a que se vayan. Durante los primeros años lograron convencerlos, pero aún permanecen al menos 4mil de eritreos y sudaneses dentro Israel. Entonces, el éxito de Holot es solo parcial.



– ¿Cómo se ideó, en inicio, esta película y como fue el desarrollo del trabajo con Chen Alon? ¿Por qué se decidió usar el dispositivo teatral, propio de la ficción, para narrar una verdad documental?


La idea de Entre vallas nace con una noticia de periódico que decía: “(…)21 africanos venidos de Eritrea, quienes consiguieron permisos para cruzar la frontera con Egipto, fueron detenidos por el ejercito israelí. A pesar de contar con los permisos de entrada aún permanecen varados en el lugar (…)”.


Aquel grupo de eritreos fue retenido por algo más de ocho días. Las organizaciones humanitarias se organizaron e interpusieron un recurso judicial ante la corte suprema de Israel para que esta, a su vez, solicite al Parlamento que se permita el ingreso de este grupo.


En las siguientes 24h sólo a dos mujeres y dos niños fueron se les permitió su ingreso a Israel. Les dieron papeles. El resto fue negado y obligado a volver a Egipto. Hasta el día de hoy no se sabe que sucedió con ellos. Fueron prácticamente entregados a la muerte, de la que buscaban escapar.


Este fue el hecho que nos impulsó a hacer la película. Lo primero que se nos vino a la mente fueron nuestros días en la escuela, cuando uno tiene las clases de Historia, de historia judía. Lo que nos enseñan es que miles de judíos intentaban cruzar de muchas maneras salir de las fronteras alemanas, escapando del nazismo, pero nadie los aceptaba del otro lado. Algunos países sólo se permitían recibir perseguidos políticos pero no ha personas que estén siendo perseguidas por raza o religión, que era el caso de nosotros los judíos. Entonces, por ese motivo, eran rechazados y entregados a sus suerte o a los alemanes. Muchos de ellos, como sabemos, murieron en esa condición.


Los profesores de escuela nos dicen: “Esta historia no puede, no debe, repetirse nuevamente”. Y tienen razón. Pero aquí estamos, con un Estado de Israel –creado, compuesto y construido por refugiados– repitiendo ésa horrible historia, ese horrible rechazo hacia personas perseguidas, y que claman por refugio.


La familia de mi madre que vivía en Leipzig (Alemania) fue despojada de todo documento de identidad o de viaje. Eran los llamados staatenlos.


Un año antes que Hitler se hiciera con el poder, mientras abuela caminaba por las calles de Leipzig, unos miembros de las juventudes hitlerianas, al darse cuenta que era judía, comenzaron a gritarle e insultarla. Ella volvió a casa, contó lo sucedido a mi abuelo. Debían salir de Alemania inmediatamente. De hecho, poco menos de un año después, llegaron a Palestina. La suerte fue que mi padre tenia una hermana que ya vivía en Palestina y ella arreglo las cosas para que puedan conseguir permisos de viaje británicos para la familia. Sin esos documentos hubiera sido imposible y, muy probablemente, yo no estaría acá hablando contigo.


Entonces, es así que mi propia historia familiar (de refugiados) es también narrada en la noticia del periódico que inició todo este proyecto. Y es, de alguna manera, la historia que se sigue repitiendo hasta el día de hoy.


Sabiendo que refugiados africanos son despreciados por la mayoría de israelitas, comencé a buscar un mecanismo para cambiar esto, revertir el desprecio y cuestionarlo. Pensé que quizás si contamos al público israelí una historia sencilla, en la que pueda identificar su propia historia familiar, (con la historia de refugiados judíos) podríamos causar algún efecto. Ese giro, pensé, sería posible sólo si los actores en escena fueran africanos, también refugiados. Así éste mecanismo tendría el poder de llegar al publico, y cuestionar la fuerza necesaria.


La puesta en escena con no-actores y trabajar junto a Chen Alon, especialista en el método de Augusto Boal, era una buena idea. Comenzamos a poner en escena, combinando la historia de Israel con la crisis de refugiados africanos detenidos en Holot, en medio del desierto, en la nada.


Por supuesto que al iniciar este tipo de proyectos no se puede saber con exactitud como ira funcionando, especialmente con un trabajo como el que realiza Chen Alon, basado en la improvisación con no-actores y en las historias personales de los participan del taller. En inicio, no sabíamos quiénes se animarían a ser parte de este experimento, pero iniciamos el trabajo documental al mismo tiempo que el taller, y las cosas fueron sucediendo.


Entre vallas (between fences), 2016. Avi Mograbi.


– ¿Cuándo y cómo te diste cuenta que ésta película no podía ser contada primera persona, como la mayoría de tus películas anteriores?


Nunca creí, ni por un momento, que éste film debiera ser contado en primera persona. Quizás la idea de narrar paralelamente la historia de refugiados judíos pueda interpretarse como una aspecto en primera persona, pero de hecho tampoco lo es.


Cuando comenzamos a escuchar las historias de los refugiados en Holot, entendimos con Chen que sería un grave error si esta película fuera narrada en primera persona y que no nos llevaría hacia los objetivos de la película, que son justamente los agitar nuestra propia memoria, pero a través del otro. Ellos –los eritreos y sudaneses– son los refugiados ahora. Son los despreciados. Ellos son los que ahora están buscando algún tipo de estatus en este mundo. Ellos son ahora a los que se rechaza sistemáticamente.


Por eso definimos el darles a ellos todo el espacio y el tiempo que sea necesario para que desarrollen y narren sus historias dentro de la película.


– ¿Por qué era necesario para ti el sumar al trabajo teatral a los 6 israelíes?


Fue establecida desde le inicio, y fue una propuesta de Chen. Tiene el objetivo, como se ve en la película, de construir algo en conjunto. Teníamos la esperanza de que, a medida que el trabajo teatral con los refugiados africanos se vaya asentando, habría la posibilidad de incluir algunos israelís al grupo y que el mensaje que buscamos proyectar tendría un efecto mayor. Creo que lo hemos logrado.


No queríamos llegar a Holot sólo con buenas intensiones, por el contrario, fuimos allá por que queremos hacerlo algo juntos, junto a los refugiados confinados ahí. Tampoco queremos esconder ni tapar los vacíos que existen entre los judíos–israelís y ellos. Nosotros tenemos estatus, tenemos documentos de identidad, de viaje. En cambio ellos no. Ellos son los más desposeídos de éste país, incluso más que los palestinos. Ellos no cuentan con apoyo de su comunidad, de amigos o de familias. Vienen por su cuenta o quizás con algunos amigos, pero en general muy solos. Dos o tres veces la mes realizábamos el taller, durante casi un año. Para nosotros era una gran satisfacción de que el trabajo estaba funcionando, y que habíamos elegido un buen camino junto con ellos.


Sabíamos que nuestras diferencias saldrían a flote, esto es también parte del trabajo y del objetivo de la película. Y sabíamos que no podríamos contenerlas. Pero debemos trabajando junto con ellos.

*Este filme del 2016 (titulado originalmente Bein gderot) forma parte de la sección Foco Radical: Ojos de Oriente Medio del Festival de Cine Radical que se desarrolla en La Paz y El Alto hasta el 24 de septiembre.


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