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Eduardo Coutinho: Homenaje a un buen conversador.

Eduardo Coutinho: Homenaje a un buen conversador.

Por Diego Mondaca

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Sin duda, una de las noticias más tristes para el cine fue la trágica muerte de Eduardo Coutinho (1933- 2014) en febrero de éste año. Documentalista brasilero de obra indispensable a quien el Festival de Cine A Cielo Abierto del Centro Cultural Simón I. Patiño de Cochabamba le dedica su segunda edición.

Ofreceremos una revisión de su obra, de sus filmes más destacados: Cabra marcado para morir, 1984, Edificio Master, 2002, Peones, 2004, Juego de escena, 2007 y Canciones, 2011. Cinco cintas documentales que construyen en su conjunto un retrato complejo y emocionante de las clases medias y populares brasileras, donde el verdadero valor radica en la palabra.

La sencillez del origen de los filmes de Eduardo Coutinho está en las conversaciones mágicas que el director brasilero logra con sus personajes-entrevistados, sertanejos, favelados, inmigrantes anónimos en el espacio urbano, proletarios, solitarios, mujeres y hombres, que viven con intensidad los dictados de sus corazones. En Coutinho reconocemos a un hombre fascinado por el milagroso acto de contar historias, sin considerar cuán dolorosas o enternecedoras sean.

Coutinho desarrolla su cine en un área donde la cámara revela cuánto de construcción formal es parte del documental y cuánto de documental es parte de la ficción. Así, a lo largo de los años depuró un estilo que hoy reconocemos y apreciamos: personajes anónimos de las clases medias y populares brasileras; un no-guión o no-libreto, sin el recurso de la voz en off, y que recurre a la conversación como hilo conductor; la exposición de las condiciones de filmación y producción (luces, micrófonos, locaciones), escogiendo encuadres fijos y cercanos al entrevistado con planos largos en los que la imagen y la palabra van de la mano, evidenciado que las personas son más de lo que aparentan, que pueden atraer interés insospechado por lo que dicen y hacen, y no por lo que representan o ilustran en la escala social y en el contexto de la cultura; la palabra puede hacer inverosímil al mundo fáctico, para ayudarnos a comprenderlo.

Un buen ejemplo del proceso de trabajo de Coutinho es su documental Juego de escena, realizado enteramente en un espacio inventado que, precisamente, da vida a la ficción: un escenario de teatro, donde las mujeres entrevistadas y las actrices, se sientan de espaldas a la platea de las butacas, frente a la cámara y al equipo de filmación. A pesar de esto, y de contener elementos aparentemente ortodoxos, el director nunca se repite ni deja de emocionarnos y sorprendernos.

Este desarrollo continuo permite soluciones maravillosas, como es el caso de Canciones, donde casi no hay realidad, donde lo que encontramos es la conversación que vemos, esa imagen-objeto. Al respecto, Coutinho explica: “no busco respuestas, trato de proponer preguntas, busco saber cómo está el mundo, saber lo que hacen las personas frente a la dureza de la vida. Anotar algunos fragmentos, porque la vida es siempre incompleta, imperfecta”.

La habilidad y sutileza en las entrevistas de Coutinho –aunque el propio autor prefiere llamarlas conversas­, donde nadie es dueño de las preguntas ni de las respuestas– tienen el poder y la magia de construir una escena, un encuentro, como el captado en el documental Edificio Master. Espacio en el que Enrique, vecino y uno de los protagonistas del documental, resume su experiencia en un testimonio. Nos relata lo importante que fue subir al escenario y cantar un verso de My Way, de Frank Sinatra, 60 años atrás, cuya letra –dice él– describe su historia. Para Enrique ese encuentro resumió y marco su vida. Todo activado por una certera pero sutil pregunta y, como suelen ser los seres espontáneos, una inesperada pero clara respuesta.

Aparentemente, la primera retrospectiva dedicada al director brasilero fue realizada en el año 1992, en la décima edición del Festival Cinematográfico Internacional de Montevideo, un gran gesto uruguayo que permitió identificar a Eduardo Coutinho como inquieto y creativo cineasta. Dicha retrospectiva se inició con Cabra y, como indica Martínez Carril, cerebro e impulsor de la Cinemateca Uruguaya: Cabra constituye una de las experiencias más originales e insólitas del cine brasilero y latinoamericano.

A ésta primera retrospectiva, que anunció los inicios de Coutinho, se sumaron, algunos años más tarde y especialmente después del estreno del documental Edificio Master, numerosas instituciones culturales y festivales de alto prestigio: El MoMA de Nueva York, el Festival Internacional de Documental IDFA 2011 de Ámsterdam, el Museo Reina Sofía de Madrid, el Festival É Tudo Verdade de São Paulo, el Festival Punto de Vista de Navarra, Seminario Flaherty de Nueva York, entre los más destacados. Además de una muestra muy especial en el Festival Encuentros del Otro Cine (EDOC), donde la Fundación Cine Memoria y dicho certamen abrieron su línea editorial de la mano de María Campaña Ramia y Claudia Mezquita, editando el primer libro dedicado a Eduardo Coutinho en lengua castellana: El Otro Cine de Eduardo Coutinho. El volumen recoge una compilación de diez ensayos que ya fueron publicados en Brasil, escritos por algunos de los más reconocidos críticos y teóricos de dicho país. El libro incluye también una entrevista inédita al cineasta realizada por Campaña en el mes de Marzo del 2012.

Desde Cabra marcado para morir –filme que le llevó diecisiete años concluir a causa de una obligada interrupción por el Golpe de Estado de la Junta Militar Brasilera en marzo de 1964–, Coutinho se ha convertido en una referencia continua para el cine documental a nivel mundial. En cierta forma, toda su construcción cinematográfica, más visible en los últimos quince años, comenzó treinta años atrás, cuando por primera -y única- vez Coutinho tomó una cámara en sus manos para filmar la protesta contra el asesinato del líder campesino João Pedro Texeira, en el Nordeste del Brasil. Es a partir de este filme, estrenado 20 años después, donde Coutinho nos demuestra lo que el documental realmente es: cine. No una tentativa de componer un registro objetivo de la realidad, porque el registro es subjetivo.

La obra de Coutinho es un impulso creativo que habla de la vida a través del mundo y a quien –como bien señala María Campaña en su libro–, le debemos uno de los retratos más complejos y conmovedores del Brasil de las últimas cuatro décadas.

Asistir a Cabra marcado para morir, Peones, Edificio Master, Juego de escena y Canciones, es compartir con nosotros el sentido homenaje que nuestro festival A Cielo Abierto ofrece al director brasilero. Un esfuerzo que no hubiera sido posible sin la participación de Guilherme Whitaker de la Mostra do Filme Livre de Río de Janeiro, de Alonso Izaguirre del Festival Lima Independiente de Perú y de María Campaña y de María Campaña o se aprentlo,frase en si tiene que encerrarlo todo. Ramia del Festival EDOC de Ecuador.

* Diego Mondaca es cineasta. Coordinador Académico del Festival Latinoamericano de Cine Documental “A Cielo Abierto” y Co.Fundador de TalentDoc - Seminario de desarrollo de proyectos de cine documental en Los Andes.


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